15 de febrero de 2011

Edita, editor, editorial

La publicación de libros no es una tarea que debe dejarse a un pequeño grupo alejado de las políticas educativas y económicas del país; quizá las políticas editoriales de países avanzados parezcan objetivos inalcanzables, pero el trabajo bien adaptado a las condiciones del país interesado en implementar o fortalecer la industria editorial es una buena solución cuando no hay un grupo de personas que puedan orientar en dicha labor.

La importación de libros es un ejercicio que debiere realizarse sólo cuando la información no esté disponible bajo los referentes culturales originales de la persona que busca hacerse de ese conocimiento, cuando la industria editorial es fructífera en un país no sólo abundan las casas editoriales, sino que los autores tienen mucha más libertad y posibilidad de difundir sus estudios o relatos de ficción a personas interesadas.

La publicación es producto de una labor metódica y en la mayoría de los casos grupal. La cantidad de personas que intervienen en él pueden variar en función del tiraje o de la posibilidad y exigencias del autor para dar a conocer su trabajo, sin que el hecho de que sean pocas personas demerite la calidad de una publicación.

Detrás de cada publicación hay una persona o grupo de personas encargadas de distintas áreas en las que el libro va tomando forma. Así se establecen cuatro segmentos cuya trama va a dar lugar a un libro en tiempo y forma. El autor, el impresor, el vendedor y el editor son los responsables de llevar un libro a las manos de los lectores, cada uno con una función y una carga de responsabilidades que, en ocasiones, van más allá de su posibilidad de maniobra.


El primer eslabón de esta cadena es sin duda el autor, pues es él quien tiene en su manuscrito un tesoro que debe difundirse a los demás por su relevancia, temática o narrativa. No sólo es el poeta, novelista o dramaturgo, en ocasiones instituciones asumen este papel como difusor de ideas e investigaciones. El autor no sólo es un nombre, es una figura legal que requiere protección de su obra; dicho amparo se extiende a su obra haciendo de ésta propiedad intelectual, tal como sucede con las patentes industriales.

La piratería y el plagio son algunos de los tópicos más importantes en la legislación sobre derechos de autor y copyright,  pues además de que el autor es el único que puede atribuirse la propiedad de la obra es también quien debe decidir la forma en que va a distribuirla, ya sea por cesión de derechos o un contrato con regalías.
La vida del autor no es sencilla, pues no todos están dedicados de tiempo completo a escribir y, en algunos casos, requieren de la ayuda de editores creativos para dar forma a una obra.

Otro de los eslabones con gran importancia es el impresor, no sólo porque será este quien reproduzca en términos meramente mecánicos un libro sino porque el diseño tipográfico, tipo de papel y armado de los libros es una labor que debe cuidarse porque de la presentación también depende que el lector se acerque al material. Además de esta ardua labor el impresor debe estar consciente de la problemática económica y de cumplir con los acuerdos a los que haya llegado con la casa editorial.

El vendedor de libros es el vínculo entre las librerías y, en ciertos casos, del comprador final de los libros. Algunas casas editoriales tienen ciertas políticas de distribución masiva que permite que los libros se distribuyan en mayor cantidad y a lugares más alejados. Las librerías son también parte esencial del mundo de los libros, pues en ellas se concentran grandes cantidades de libros de diversos temas para satisfacer todos los gustos.

Pero estas esferas aparecen ante nosotros como mundos aislados y dispersos; sin embargo, la fuerza que cohesiona estos mundos y que es la columna vertebral en toda publicación es el editor. Las responsabilidades y tareas que debe cumplir permiten que los libros lleguen a nosotros con calidad en cuanto al contenido y la forma. En el universo del editor hay un proceso que con mayor o menor complejidad debe realizarse al pie de la letra.

Los materiales audiovisuales que complementan a los libros son ahora uno de los campos donde los editores también tienen injerencia, pues su labor es establecer el ritmo al que tocará la orquesta.

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