Hay palabras a las que ya no se respeta. Verbos, adjetivos y sustantivos sufren de una distorsión en la práctica que los haría renunciar a su origen y buscar algo que los dignifique de nuevo. Carlos Monsiváis en Elogio (innecesario) de los libros profundiza en las deformaciones que el verbo leer ha soportado, ahora inmerso en una sociedad invadida por las imágenes, la tecnología y los pretextos para no declararse libremente como lector.
Quizá valga la pena hurgar en algunas conjugaciones del verbo leer, en un ejercicio casi psicoanalítico, pues cada tiempo verbal cuenta historias distintas sobre cómo el ser humano, sin importar condición social y posición geográfica, hace una “lectura” distinta de lo que implica leer.
Leer en tiempo
Lee (presente): tal vez debiera ser un imperativo cotidiano del hombre, no sólo como un acto mecánico e irreflexivo; la lectura requiere de un alto grado de comprensión en la que se permite al ejecutante de la acción penetrar realidades fuera del alcance de los manuales, instructivos y notas de diarios, por muy buenos que estos sean.
Leía (copretérito): aquí se guarda la nostalgia y el cinismo; es para algunos la huella de lo que fueron y que la falta de tiempo ha modificado, para otros es sólo la tortura de los años de escuela; es también el rescoldo de un bestseller que estaba de moda o la renuncia a una actividad que es tachada de improductiva.
Leería (pospretérito): palabra que almacena excusas de cualquier índole. Se puede culpar al gobierno, la economía, las políticas públicas, la televisión, la increíble belleza de las telenovelas, las transmisiones deportivas, además de las editoriales, las librerías, los escritores, los precios, los tamaños y hasta los olores… lo importante es encontrar una buena razón para no hacerse de un libro como compañero de viaje o instructor personal.
Leyó (pretérito): contiene las diferentes huellas que deja un libro en el andar de un hombre. La capacidad transformadora de una buena lectura evita que los analfabetas funcionales crezcan exponencialmente, no se necesita ser un ávido lector para que una historia, de cualquier longitud, transforme la manera en que un ser humano se ve frente al espejo y asimila la realidad sin el filtro de la rutina.
Leerán (futuro): forma verbal que debería plantearse como interrogante; a corto, mediano o largo plazo es una duda que recae sobre toda la cadena de involucrados en un proceso de lectura, desde los autores, editores y distribuidores de un arma del intelecto.
Más allá del formato en que se presenten en el futuro los libros, la posibilidad de que las personas tengan acceso a ellos, sin importar los motivos que los acerquen, es vital para que las connotaciones positivas hacia la lectura y los libros sigan acumulándose. Así en una palabra de cuatro letras se puede resumir cómo cambiar el mundo desde el interior del hombre… leer.
1 comentario:
Hola, Liliana. Muy interesantes, tus refelxiones. Saludos
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