15 de febrero de 2011

No siempre desaparecen

El proceso de evolución del hombre no sólo lo hizo destacarse de otras especies de manera biológica. El surgimiento del lenguaje como factor de construcción de organizaciones complejas, la distribución del trabajo, la coordinación logística y forma de estructuración de cada grupo social ha permitido que el hombre haya llevado su especie a terrenos donde el avance en la ciencia y la tecnología sorprenden segundo a segundo.

Con la escritura las formas de comunicación se diversificaron dando lugar a la expansión del comercio y con ello al intercambio de información que dio lugar a un crecimiento importante de innovaciones. El siglo XX significó el gran salto de la comunicación basada en las grafías a las tecnologías del habla; esto fue el inicio de lo que ahora llamamos medios d comunicación de masas.

El perfeccionamiento de las formas de comunicación llevó a que en los albores del siglo XXI se iniciara un cambio vertiginoso en la tecnología comunicativa y por tanto en las formas de vida. Así lo que por muchos años fue la única forma de soporte documental –revistas, periódicos, libros y demás publicitaciones—se convirtió en una forma antigua, que no en desuso, de conservar información.

El soporte digital del lenguaje ahora es casi intangible. Pero en esta vorágine de cambios en las formas de comunicación también modificó la manera en que el hombre se desarrolla con otros hombres. La creación de comunidades virtuales que traspasan barreras idiomáticas, geográficas y culturales es tan solo un ejemplo de las variantes comunicativas que propone la tecnología.

El intercambio de información, el flujo permanente de datos, la posibilidad de cruzar referencias y consultar fuentes que están en otros idiomas, expuestos por especialistas de otros países, conocer personas y exhibir cierta información de nosotros mismos nos hace concebir la red como un documento en el que centenares de millones de personas escriben, día a día, una parte de éste y, al mismo tiempo, consultan lo que otros están poniendo en este gran lienzo.

La educación no tenía porqué permanecer fuera del alcance de lo digital, sin que eso haya significado el reemplazo de libros, si hay una mayor cantidad de información al servicio de educandos y educadores. Sin embargo, esto también deja al descubierto una problemática distinta; la alfabetización no sólo en función de cuánto se conoce del lenguaje para poder descifrarlo y producirlo, ahora la comprensión y la adquisición de nuevas capacidades técnicas se vuelve parte de los conocimientos que las instituciones educativas deben proporcionar.

El equilibrio entre lo analógico y lo digital significaría un enriquecimiento al proceso formativo de niños y jóvenes, pues el uso de lenguaje con todas sus reglas y excepciones es quizá una de las mejores razones para que lo analógico se resista a desaparecer ante lo digital.

La parte emotiva y utilitaria de los soportes analógicos no siempre puede ser sustituida por los soportes digitales, el descuido en redacción que generan los procesadores de texto es sólo un ejemplo de todas las implicaciones que conlleva la sustitución de soportes analógicos por digitales, no porque lo digital sea malo por definición, sino porque el mal uso o mediocre aprovechamiento de esta herramienta puede llevar al educando y al educador a un abismo.

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